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sábado, 11 de mayo de 2013

La encantaria: una grata sorpresa

Sorprendida. Es la palabra que define para mí este lugar, porque aunque ya me habían hablado mis padres muy bien del sitio y tenía muchas expectativas puestas en él, así es como me dejó. Celebramos el cumpleaños de mi madre, así que ella fue la que "soltó la gallina". Este restaurante, La encantaria, os lo recomiendo para ir con poca gente, pues no es un sitio muy grande aunque tiene un reservado para más gente muy acogedor, pero tiene un toque místico que te envuelve durante la velada por lo que personalmente yo no pasaría de cuatro.

Además de los platos, que ahora os contaré, el servicio fue estupendo. Lo lleva una pareja, en la que él es el chef que cocina en la barra y lo puedes ver a través de un cristal, y ella es la que atiende, aconseja y sirve a los clientes con mucho mimo.  Si algo me gustó fue la manera de aconsejarnos para elegir y los aciertos que tuvieron con los vinos que tomamos, además de la "embrujada" decoración del lugar. Muy original.


Como entrantes tomamos una ensalada de atún escabechado, que llevaba (si no me equivoco) algo de comino que le daba un toque especial al conjunto de lechugas. Creo que con las fotos no os va quedar duda de la cantidad, y de la calidad ya os digo yo que la mejor. También tomamos un surtido de croquetas de bacalao, cocido y setas, las cuales eran muy sabrosas y diferentes entre sí. El tercer entrante me gustó por el contraste entre las carnes, ya que era un plato de caza que llevaba croquetas de perdiz, hamburguesas de jabalí y salchichas y brocheta de ciervo, con patata asada y puré de patata con trufa.


Aunque ya estábamos bien servidos, elegimos dos principales a compartir por seguir probando y disfrutando de este restaurante de Zaragoza. Un bacalao gratinado al ajolio y un jarrete de cordero. Me quedo con el bacalao porque nunca lo había probado de esta forma y realmente estuvo exquisito, pero probé el cordero y también me gustó mucho (y aquí la opinión vale mucho porque tengo sangre aragonesa y burgalesa de la ribera de Duero, por lo que el lechazo, ternasco y parientes son buenos conocidos míos). Y eso que no pudimos probar los arroces caldosos de la carta, que llevan mucha fama y me han hablado de ellos fenomenal.


 


Para terminar el banquete tomamos de postre sorbete de sandía con bourbon y de mojito. Deciros que me hubiera tomado dos más porque estaban suaves, frescos y le pegaron fenomenal al resto de la comida. Con todo esto, salió como a unos 30 euros por comensal, con vinos y cafés incluidos. De verdad que merece muchísimo la pena permitirse este capricho y disfrutar con tu pareja, familia o amigos de este lugar, que está en la calle Sevilla, 7, al lado del Parque Pignatelli, así que os dejo esta recomendación que, como a mí me pasó, cumplió mis expectativas y me sorprendió.




Para Triunfar!!!