


Blog personal en el que doy mi opinión sobre bares, restaurantes y cafeterias donde comer y cenar en Zaragoza. También para comer en España.
Bastaría con decir que es mi restaurante-bar favorito de Zaragoza, pero puestos a poner la miel en los labios, hagámoslo en condiciones. Descubrí este restaurante con un amigo y ahora lo han probado todas mis amigas, pareja y familia. Vamos, que si hubiera cobrado comisión, hubiera hecho buen negocio. Está situado el pleno tubo zaragozano (c/ Estébanes 8), o sea, que es de visita obligada.
Pero vamos al tema. Es un restaurante libanés con comida típica de este país mediterráneo. El cocinero, que hace todos los platos artesanalmente, es el dueño del local y siempre sirve de manera que, a la hora de comer, no se hace extraño probar cosas nuevas y disfrutar de nuevos sabores.
Como buena clienta, os recomiendo las empanadillas, que son de todo tipo de ingredientes (además pone en cada una qué es lo que lleva) y son muy ligeras, ya que no son fritas sino asadas y no te queda ese “regustito aceitosillo de los bares con olor a fritanga”. Desde las más típicas del Líbano (taco de seyok picante) a las de ternera con foie, de quesos, de pollo con champiñones o de espinacas, podréis disfrutar de multitud de sabores a muy buen precio.
También encontraréis hojas de parra con hummus (una salsa de garbanzos, que nada tiene que ver con el típico cocido) y pan de pita. Este plato, mi favorito por excelencia, tiene un sabor que para mi es “tremendo”, aunque he de reconocer que o te gusta mucho o sin más.
Pero no todo acaba aquí. Un amplio surtido de bocadillos y pizzas te obliga a volver muy a menudo por allí. Hay un bocadillo, que se llama Filadelfia chicken, que está hecho en pan de pita y lleva champiñones, tomate, pollo y 12 quesos, además de una salsa muy suave que le hace ser el bocata perfecto. Sin duda, es el que más recomiendo, pero las pizzas o las hamburguesas al estilo libanés están para chuparse los dedos.
El precio es muy asequible. Por poner un ejemplo, fui con mis amigas (éramos 8) y comimos muchísimo (porque le dejamos al dueño que nos pusiera un surtido de lo que él quisiera, lo cual os recomiendo si vais más de uno) por 7 euros cada una. Vino, cervezas, chupito y té incluido. Sólamente decir que, aunque el sitio es pequeñito, da fe del dicho de que “las mejores esencias se guardan en frascos pequeños”. A comer bien en Zaragoza!